Os presento a los gemelos para este proyecto, a la espera de reunirse con el resto de sus respectivas familias...uno va camino de Tarragona y el otro encaminado a Argentina.
El propio hombre como tal, es un campo de cultivo para ser el blanco de percepciones radicalmente distintas aún tratándose del mismo “objeto”. Jugando con esta idea de inevitable proyección de contrapuestas percepciones, se desarrolla “Dicotomía Inherente”, una obra que parte de algo puro, algo natural… el ser humano ante si mismo; a otros podemos engañarles, pero rodeados de soledad únicamente podemos ser espontáneos, no podemos tergiversarnos ante nuestros propios ojos, pues seríamos conscientes del fraude. Podemos no gustarnos, pero no podemos mentirnos o enmascararnos, eso lo hacemos para lo demás.
La obra evoluciona (o retrocede, según queramos interpretarlo), de manera que empiezan a aparecer las influencias externas y sus distorsiones, enfatizadas por la incorporación de un espejo aberrante que proyecta la idea de dualidad...
Ya no estamos solos, no podemos ser esa gestualidad básica y comenzamos a deformarnos, a convertirnos en un trazo con más artificio...
Mientras que a nuestro alrededor comienzan a surgir elementos y formas que nos van acechando, como clara representación de los otros, los que juzgan, los que opinan, los que nos influyen…
A pesar de este artificio, todavía podemos distinguir algo de lo que somos, o ¿quizás debería decir de lo que éramos…?
Desplegamos la siguiente pieza, se expanden esos mecanismos externos y más irreconocibles nos volvemos, nos invade un trazo enrevesado y descompensado...
Cuanto más queremos agradar olvidando quienes somos, más permitimos que nos fagociten; apareciendo un segundo espejo a modo de metáfora de la tergiversación; llevando al límite la sensación de distorsión de lo que percibimos y de lo que proyectamos.
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